sábado, 9 de marzo de 2013

SOMOS BUENOS


Aunque los demás no lo sepan, basta que nosotros seamos conscientes.

Que sí, hombre, que somos gente fantástica, personas entregadas a la noble causa de correr que no nos metemos con nadie. Somos plenamente conscientes de ese puntito de superioridad que tenemos frente a  los que practican otros deportes como el baloncesto, el tenis, el paddel… y no digamos el fútbol. Pero como también somos humildes y discretos, va en la forma de ser del atleta, tampoco es plan de andar fardando, no presumimos ni le rebozamos a nadie por la cara nuestra superioridad moral. Nosotros sabemos para nuestros adentros que es así y nos es suficiente.


Es cierto que a veces sufrimos algún encontronazo. Por ejemplo, quién no se ha encontrado alguna vez con un coche, presumiblemente conducido por un macarra, que no le ha dejado cruzar en un paso de peatones. Eso nos puede alterar mucho, porque si voy a 180 pulsaciones por minuto, resoplando como una gaita y con los ojos saltones como huevos de paloma, no es conveniente que nadie se salte un paso de cebra y esté a punto de atropellarme, en esos momentos los corredores somos poco razonables y no nos prestamos al dialogo.
Pero en otras ocasiones, mantenemos mejor el tipo. Ocurrió en cierta vez que me encontraba haciendo series de 400m en una pista de atletismo. A mitad de sesión, apareció al trote un grupo de unos 20 chavales de 14 años, dirigidos por unos chicos mayores, de unos 25. Mi sagacidad enseguida me permitió saber que eran de un equipo de fútbol. Los indicios que me llevaron a tan brillante deducción fueron los siguientes: vestían todos la mismas camisetas a rayas; entraron a la pista con botas de tacos llenas de barro; y se pusieron a dar vueltas por la calle 1, en sentido contrario al habitual. Indudablemente, eran un equipo de fútbol.

¿Y qué hice yo? ¿Acaso les insulté? ¿Siquiera  les mandé a la porra? Qué va, me armé de paciencia, me acerqué con educación y les expliqué por qué puede resultar molesto para un atleta que 20 personas invadan la calle 1, corran en sentido contrario  -ni siquiera se apartaron cuando nos dimos de frente, sencillamente tuve que pararme- y dejen el tartán lleno de pegotes de barro. A pesar de ser futboleros, lo entendieron.

Lamentablemente, las normas de funcionamiento de cualquier pista no son de dominio público. Sin llegar al extremo de estos simpáticos futbolistas, cuántas veces tenemos que pedir pista cuando hacemos series porque encontramos gente que trota ¡o incluso camina! Por la calle 1. No nos importa decirlo a buenas, ni educar a la gente, pero hay veces en las que no debería de ser necesario. Sobre todo cuando hay carteles enormes que lo dicen claramente. No sé, a mí no se me ocurriría ponerme a trotar en mitad de un campo de fútbol o de una pista de tenis si hay gente jugando. Pero a nosotros nos pasan por encima, claro, sólo somos míseros corredores…

 Por  JAVIER SERRANO es periodista, escritor y corredor popular. Publicado en la revista Runner’s World del mes de noviembre.

He insertado este artículo en mi blog, porque me llamo la atención, pues es algo muy similar a lo que pasa en la pista de Membrilla, con gente que sale a andar por dicha pista y no entiende que cuando se están haciendo series o corriendo a ritmos elevados, simplemente molestan y creo que deberían entender que esa calle de “césped” es para los atletas, al igual que el campo de fútbol es para los futbolistas, la pista de tenis para los tenistas, el velódromo par los ciclistas…
Además, yo no digo que no anden  allí si quieren, al contrario, pero hay una zona por donde lo pueden hacer sin molestar.

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