jueves, 17 de julio de 2014

¿QUE MÁS SE PUEDE PEDIR?


En la habitación apenas se podía ver con nitidez, pues el humo de los cigarrillos e incluso lo puros anteriormente consumidos impedían una claridad en el ambiente, nada que decir del olor, era un ambiente seco e insalubre, pero Ricardo y Juan seguían charlando, Juan comenzaba a tomarse su tercer Gin Tonic y Riky le acompañaba con su tercera copa de ese Chivas envejecido de 18 años, en una copa gigantesca llena de hielo, la cena había sido copiosa y exquisita y la botella de vino, simplemente excelente, ambos estaban disfrutando de la compañía mutua, la conversación amena y entretenida, ¿Qué más se podía pedir? .......
Sorprendentemente cinco años después Juan y Riky, en pleno mes de noviembre recordaban esta gran cena, esos momentos vividos, pero no con añoranza, sino orgullo de haber superado un reto que esa noche no imaginaron que se lo iban a proponer.
La niebla azotaba sus caras, la noche era cerrada, pero la conversación de ambos no solamente recordaba esa cena, que terminó en un hospital, pues el cuerpo de Juan no pudo aguantar tantos excesos y este le dio un aviso.
Parecía increíble que ambos estuviesen recorriendo la ciudad, con sus ya casi gastadas zapatillas, sus mayas, cortavientos y gorro para proteger su alopecia, el trote era cómodo, pues el domingo tendrían carrera, donde tendrían la oportunidad de demostrar a esposas e hijos sus progresos y no era momento de forzar, además no todos los días podían ir corriendo juntos charlando de su afición y otros muchos temas interesantes.
12 kilogramos menos de peso hacían que Riky tuviese la cara más afilada, ya estoy en 78kg, le dijo a su compañero, y Juan respondió sonriendo que los 18 kilogramos que había perdido le hacían moverse como hacía mucho tiempo no lo había hecho, casi desde su infancia, a pesar de no tener aún un cuerpo ni siquiera de runners, pues sus cerca de 100kgs, no delataban su afición, pero su corazón estaba muy agradecido, a pesar de las sobrecargas musculares que “Manu el manitas”,  le descargaba cada mes, ejerciendo de un buen amigo fisioterapeuta, eran casi 5 años paseando y después corriendo, no quería más avisos de su anterior maltratado físico.
Esta vez tampoco se podía ver con nitidez, y el ambiente ahora era húmedo, pero la satisfacción de ambos era totalmente diferente a la de hace cinco años, parecía algo imposible hace un lustro, disfrutar tanto corriendo al lado de un amigo, estaban totalmente enganchados.
Apenas sin darse cuenta, los dos amigos, habían recorrido 10 kilómetros en poco más de 60 minutos, sin apenas sofoco, ya estaban cerca de casa, manteniendo una conversación amena y entretenida, ¿Qué más se podía pedir?. ……

1 comentario:

  1. Poco más se puede pedir, salvo que el tiempo transcuya lentamente y nuestro deterioro se prolongue hasta que estemos hastiados de tanto disfrutar.

    Saludos, Emilio Diaz

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