Cada maratón es diferente, cada maratón es una vicisitud, es un cumulo de
circunstancias cambiantes que al igual que la vida misma hace que cada momento
sea diferente, cada zancada no sea igual a la anterior, aunque aparentemente
todo sea igual. Es por ello que la grandeza de una prueba de fondo es como la
vida misma, debes vencer a tu peor rival el tiempo, aunque por supuesto
salvando las distancias, y cada momento que pasa es diferente al anterior, al
igual que cada zancada, se pueden parecer pero no son iguales.
Una vez realizada esta pequeña reflexión en forma de
introducción, pasaré a relatar lo acontecido, este pasado 10 de mayo en la
ciudad del País Vasco, Vitoria-Gasteiz, donde se celebró la decimotercera
edición de la maratón, llamada Martín Fiz.
El sábado de madrugada salía junto con la familia al
completo dirección a la capital alavesa, donde nada más llegar recogería el
dorsal y bolsa del corredor, posteriormente hacia el hotel y más tarde a comer
y conocer la bonita y tranquila ciudad vasca, con un casco antiguo
verdaderamente bonito y con varias tascas o bares con sus típicas tapas, por lo
que al anochecer y llegar al hotel, no me tuvieron que mecer para coger el sueño,
a pesar de la poca comodidad de la cama.
A las 6 suena el despertador, una duchita, desayuno y a
preparar los “bártulos”, crema calentadora, vaselina, geles, ropa… y a levantar
a los peques, para ir directos a tomar un café en alguna cafetería cerca de la
salida.
A las 8:15 había quedado para echarnos la foto todo el grupo
del “42195.es”, en la plaza de la Virgen Blanca, charla un poco con los
compañeros y cambiar impresiones, destacando la alta temperatura que nos
esperaba.
Ya en la plaza de España, cercana a la salida, estaba el
ropero, donde esta vez coincidimos con unos manchegos de Valdepeñas,
concretamente con la camiseta del “Tuercelindes”, también habíamos quedado con
nuestra grandísima amiga y mejor persona Idoia Esnaola, la que también disfrutaría
de su 5º maratón este año.
Poco después de las 9 de la mañana y después de la salida a
la carrera-maratón de patines se daría la salida a la maratón, viéndome en las
primeras posiciones a la salida pues aunque no era mi intención me vi en
primera línea y el primer kilómetro fueron pasándome corredores por todos los
lados, cosa normal, pues mi ritmo era otro a pesar de que este primer kilómetro
salió por debajo de 4 minutos.
Los primeros kilómetros iban rondando los 4:00-4:05 y las
sensaciones eran inmejorables, marchaba junto con un grupeto donde se incluía
la primera mujer, Laura, una atleta que
ya había vencido las dos anteriores ediciones y que sin duda era una
buena rueda, por lo que decidí quedarme con ella, pues parte del grupo se
marchó para delante.
El paso por el kilómetro 12 fue especial, pues ver a mis hijos y a mi mujer, con la bandera castellano-manchega, animando siempre te sube la moral, aunque en este punto kilométrico las fuerzas y las futuras molestias seguian intactas.
Los kilómetros iban pasando y el ritmo seguía igual, las
sensaciones eran buenas, quizás el calor empezaba a apretar, pero la
hidratación era algo que no tenía olvidado y procuraba beber todo lo posible.
Ya en el kilómetro 16 la rodilla, que la tenía olvidada me
empezó a molestar, cosa que no me esperaba, pues últimamente habían
desaparecido las molestias, pero el ritmo seguía igual, eso sí, ya con la
preocupación inesperada y el dolor que iba a más.
La media maratón la crucé en un tiempo de 1:26:47, por lo
que el ritmo era el ideal pero ya no tenía todas conmigo y la cabeza empezaba a
pensar en el abandono.
En el punto kilómetro 23 estaba mi familia, ofreciéndome
isotónica y muchos ánimos, pero a Ángela le comenté que el dolor de la rodilla
cada vez iba a más, por entonces había reducido algo el ritmo y me quedé en
solitario.
El kilómetro 25 fue testigo de mi primera parada y estuve a
punto de retirarme, pero tomé líquido y fruta y tome la decisión de finalizar
esta maratón aunque fuese andando y poco a poco fueron pasando los kilómetros,
kilómetros que cada vez se hacían más largos.
Curiosamente descubrí, que cuanto más rápido corría menos me
molestaba, pero necesitaba parar cada kilómetro y recuperar andando, se pasaba
un poco el dolor y de nuevo volvía a correr.
La temperatura cada vez iba a más, y el recorrido por las
grandes avenidas de las afueras de la ciudad se hacía eterno, ya en el
kilómetro 33 el grupo de las tres horas me rebasó por lo que iba perdiendo
tiempo, pero no tanto como yo creía y a pesar del sufrimiento este motivo me
dio algo de moral y me dije que a esta maratón también la vencería.
Ya en el 40 hice mi última parada, me refresqué, comí un
trozo de plátano y pensé que al igual que Roma sería un maratón que a pesar de
los problemas físicos volvería a ganar, ya estaba hecho, si bien no había
logrado el objetivo inicial si conseguiría el segundo, finalizar y así fue.
El último kilómetro fue espectacular, el público se agolpaba
en las vallas a ambos lados, era la calle Dato, una recta larga pero emotiva,
esta vez la recorrí totalmente emocionado, devolviendo el aplauso a la multitud
y buscando a mi familia que sabía estaría por allí esperándome y que
efectivamente ví, allí aplaudiendo y dándome los últimos ánimos, por lo que
cruce la meta en una nube.
El tiempo que al final era lo de menos por las
circunstancias mencionadas se fue a 3 horas 7 minutos y 15 segundos, a un ritmo
de 4’26”, por lo que después de tantos parones y tantos metros andando no fue
del todo mal.
Ya en la plaza de España estaba el avituallamiento final,
donde comentamos con algunos corredores la dureza por la calor, aunque
personalmente y sin duda no fue lo que más me afectó.
Disfruté de mi familia, y saboreé esta sufrida medalla, pero
a la vez agradecida. Ahora a descansar y a recuperar esta dolorida rodilla que
días después sigue doliéndome, pero seguro que con unos días de descanso el
dolor desaparecerá, o por lo menos eso espero.
Ya voy perfilando mis nuevos objetivos en forma de
maratones, pero aún no están totalmente definidos por lo que cuando los tenga,
sin duda, os informaré. Como diría un amigo,
… SALUD Y KILÓMETROS …
Lo comentado en tu anterior entrada, qué está muy bien, tú eres un sub 3 horas sin problemas, no como yo. Para que yo baje de las 3 horas se tiene que dar todo perfecto y para que tú no bajas de esa barrera tienes que tener un serio impedimento como el que has tenido en este día. Pero lo importante es que acumulas otra maratón más, que no es poco.
ResponderEliminarGracias Javier, pero tu no te quites méritos, antes quizás no lo serías, ahora me apuesto lo que quieras que bajas de 3 horas sobrado.
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