El dolor crónico en la región en la que se insertan los
tendones isquiotibiales en el isquion recibe esta denominación. Es frecuente en
deportes en los que la carrera es el gesto fundamental, sobre todo en
corredores de larga distancia. Como consecuencia del gesto deportivo repetido
una y otra vez aparece el dolor al correr, considerándose por lo tanto una
lesión por sobreuso. Los periodos de descanso hacen mejorar los síntomas pero
cada vez que se vuelve a una actividad normal, o habitual en el caso de los
atletas, reaparecen los mismos e incluso se agravan. En general el dolor es
mayor al correr más rápido, por ejemplo en las series y en la pista, que con un
trote más lento. También suele molestar más cuando se corre cuesta arriba o
cuesta abajo.
El diagnóstico es sencillo si existe dolor a la palpación,
en los tendones proximales de semitendinoso, semimembranoso y/o tendón del
bíceps. Como señalábamos anteriormente existen otras 3 patologías relacionadas
con los tendones isquiotibiales a nivel proximal. El síndrome de isquiotibiales
se caracteriza por dolor de características más neuropáticas (dolor sordo,
urente, irradiado al muslo), aunque en la tendinopatia crónica también es
normal la irradiación al muslo del dolor aunque el nervio ciático no esté atrapado.
Cuando el dolor se localiza mal en el origen de los tendones y es más en todo
el muslo, solamente cuando se lleva un rato ejercitándolo, y mejora mucho en
reposo, entonces debemos pensar en el síndrome compartimental por el ejercicio
de los isquiotibiales. En casos de dolor claramente inflamatorio y más en
relación con la postura de estar sentado, por ejemplo al conducir, generalmente
existe una bursitis isquiática.
El paciente puede presentar un cuadro clínico en el que se
presenten una o varias de las anteriores patologías. La historia que el
deportista relata y la exploración son la clave para el diagnóstico si el
médico tiene en mente estos cuadros. Las pruebas complementarias son sobre todo
útiles para confirmar que no existe otro problema en la zona de rara aparición,
como un tumor.
En las radiografías simples de la pelvis podemos apreciar la
existencia o no de calcificaciones, avulsiones óseas, y valorar las
articulaciones sacroilíacas y coxofemorales. La ecografía o la resonancia
magnética ayudan a definir el estado de los músculos y el tendón conjunto,
valorar si hay alguna rotura o quiste intratendinoso, ver si existe un
engrosamiento mayor o menor del tendón y cómo está la bursa isquiática. La
resonancia además puede evidenciar fracturas de estrés de la pelvis, aunque son
raras en la zona del isquion.
El tratamiento inicialmente debe basarse en medidas
conservadoras con reposo o modificación de la actividad. En referencia a este
último punto los síntomas son menores o inexistentes en bicicleta, piscina o
elíptica, según en cada caso. Si el dolor no es muy fuerte puede valorarse el
seguir con la carrera a pie pero solamente a ritmos lentos y en llano. El
trabajo de musculación en gimnasio es muy importante también, y a veces su
falta es una de las causas de que haya aparecido el problema. En los casos de
mucho dolor y siendo necesaria la participación en alguna competición, puede
utilizarse la infiltración con corticoides, pero no debe repetirse en más de
tres ocasiones, porque podría debilitar el tendón y favorecer una rotura.
También infiltraremos en casos de bursitis isquiática que no responde a medidas
antiinflamatorias orales y reposo. El tratamiento de fisioterapia comenzará con
medidas manuales y terapia de control del dolor y regeneración del tendón. En
los casos de tendinosis y degeneración del tendón debe comenzarse un Protocolo
de Ejercicios Excéntricos que deben hacerse a diario durante 6 a 12 semanas, y
con carga progresiva. En casos rebeldes se opta por añadir terapias más agresivas
como las Ondas de Choque Extracorpóreas o la EPI. La combinación ondas de
choque con excéntricos ha demostrado ser superior a cada uno por separado. Las
infiltraciones con factores de crecimiento plaquetarios o plasma rico en
plaquetas (PRP) no han demostrado todavía buenos resultados en esta patología,
y parece ser más útil en los casos de roturas parciales con tendencia a no
cicatrizar.
La cirugía está indicada a partir de los 6 meses de
tratamiento conservador bien realizado. Las técnicas consisten en liberar bien
el tendón de las adherencias que lo cubren, y en casos de tendinosis, resección
de las áreas patológicas si son evidentes o microtenotomias con terminal de
radiofrecuencia (Topaz). En algunos casos de rotura o avulsión se procede al
reanclaje o sutura. Pero en otros casos de tendones muy afectados o degenerados
puede ser preferible hacer una Tenotomia o corte en el tendón para quitar
tensión en la zona. En el Síndrome de Isquiotibiales por irritación y
atrapamiento del nervio ciático se realiza liberación (neurolisis) del mismo.
En casos de Síndrome Compartimental de Isquiotibiales procederemos a realizar
una fasciotomía del compartimento posterior del muslo como indicábamos antes.
La vuelta a una vida normal se sitúa en alrededor de un mes, pero la actividad
física debe ir reanudándose muy lentamente, haciendo especial hincapié en el
fortalecimiento y maduración del tejido del tendón operado. La readaptación a
la actividad en atletas de alto nivel es muy larga. El nivel previo puede
tardar en alcanzarse aproximadamente un año, aunque se empieza a correr antes.
FUENTE: DR. DAVID LÓPEZ CAPAPÉ
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