viernes, 2 de marzo de 2018

¿POR QUE SUFRIR Y SACRIFICARSE PREPARANDOSE Y CORRIENDO UN MARATÓN¿ ¡CON LO BIEN QUE SE ESTA TUMBADO EN EL SOFÁ!

Hace unos días tras completar el que fue mi maratón número 22 en Castellón, alguien me preguntó el porqué de correr tantos maratones, si se sufre tanto corriéndolos y preparándoselos, y que me motivaba tras llevar tantos y cuál era el secreto de “disfrutarlos” cuando él solamente había corrido uno y se le había hecho durísimo?
La verdad es que es una pregunta difícil de responder con pocas palabras pero todo tiene su explicación, cada persona es diferente y cada atleta que se atreve con la distancia lo hace por distintos motivos, el mío fue un sueño de pequeño, tras volver a retomar el deporte que practicaba en la infancia y dejar de fumar la excusa y el reto estaba servido, por lo que a mis 38 años debuté en la distancia bajando de las 3 horas y acompañado de una persona que marcaría mi devenir atlético en esta distancia.
Tras dicho debut quedé enganchado a la distancia, por esa incertidumbre que depara hasta el final, a pesar de ir bien preparado es tal la exigencia que tiene esta distancia que en cualquier momento se puede ir todo al traste, por lo que la cabeza también juega un papel importantísimo y cuando cruzas la línea de meta la satisfacción y lo que se siente es algo inenarrable, es un momento de emoción difícil de alcanzar en otras circunstancias de la vida misma, es así, además ese suspense lo depara el maratón y  a pesar de ir bien preparado nunca te garantiza el éxito, aunque obviamente si vas bien preparado tienes más posibilidades de terminar con éxito.
 Hablando de la preparación, decir que es dura, trabajo, familia, vida social y entrenamientos y más entrenamientos, en las semanas de más carga suelo saltar los 100 kilómetros, es algo que hay que sobrellevar y conciliar lo mejor posible, aunque sea difícil, pues si ya lo es para un profesional que se dedica a esto, para un popular tiene, en mi opinión, más mérito, tanto el que intenta acabar en menos de 3 horas como el que ronda las 5 horas, siempre dentro de sus posibilidades, con su esfuerzo y constancia.
He pasado momentos duros en algunos maratones, he corrido lesionado, parándome y andando algunos kilómetros, también me ha venido a ver el tío del mazo, he corrido recién salido de una lesión, también he sido acompañante en el debut de algunos atletas populares, he corrido maratones psicológicos y con todo tipo de adversidades climáticas, pero todos ellos los he preparado con la misma intensidad e ilusión, algunos con más tiempo en la preparación que otros, en fin, he tenido prácticamente maratones de todo tipo, siempre con esfuerzo y constancia, y a veces con sufrimiento, pero he logrado bajar de las 3 horas en 14 ocasiones y la media de los 22 maratones disputados esta sobre las 3 horas y 1 minuto.
Al final acabas viendo que los entrenamientos y sacrificios diarios se traducen en resultados y eso te ayuda hacerte fuerte mentalmente, y como dije en una entrada anterior, toda esta fortaleza mental se dirige también a otros campos de la vida y te hace encarar los problemas de otra manera.
En esta distancia hay que ser disciplinado y constante, los resultados no llegan fruto de la casualidad sino de una trayectoria regular con esfuerzo continuo y así empiezas a ver que la constancia da resultados.

“¿Cómo no me va a gustar una carrera que, al final, te hace llorar de emoción?., En realidad, esta prueba es como una película muy emotiva que, en mi caso, dura unas dos horas y en la que se vive un suspense casi a flor de piel.”
Carles Castillejo (42 kilómetros para amar el maratón)
El maratón es así, correr un maratón acaba siendo una experiencia que muchos quieren vivir en su vida, y además tras superarla una vez es fácil engancharse a ese cúmulo de emociones y querer repetir en más ocasiones, es una experiencia en la que un alto grado de sufrimiento acaba convirtiéndose en felicidad después de atravesar un conjunto de emociones encontradas, algo que sin duda engancha, a mí por lo menos sí, y el que se quiera quedar tumbado en el sofá ahí lo tiene.

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