POR MANUEL JIMENEZ RUIZ DE ELVIRA
Tras haber escrito la crónica oficial, donde no he podido
expresar todo lo que significo este día para mí. (por no alargarla demasiado)
he decidido hacer otra para completarla.
Cuando te pones a
trabajar para organizar un evento que nunca has hecho, cuando te vienen las
dudas, piensas ¿merece la pena? Los nervios aparecen porque
tenía la misión de hacer de Speaker, labor que nunca había realizado y no
duermes bien pensando en el día H, vuelves a plantearte otra vez, ¿Merece la
pena?. Una y otra vez te respondes, si que merece la
pena, te lo ha pedido un amigo si no lo
hago mejor lo hago peor, pero cuando una persona hace todo lo que sabe y todo
lo que puede, nunca se le puede reprochar nada.
El tiempo que
dedicas a estas cosas, son de tu tiempo libre y una y otra vez dices, Joaquín
se ha metido en esta empresa porque cuenta conmigo no le puedo defraudar.
Por fin llega el
día señalado y una vez pasado verdaderamente te das cuenta de que MERECIO LA
PENA, pero no solamente por lo que tú
pensabas que merecería la pena. Vienen muchas cosas más
Se da la circunstancia de que era un acto
benéfico a favor de una asociación que lucha contra el cáncer, y ves como
aportas tu granito de arena para que gente
que sufre por esta enfermedad tengan por lo menos esperanzas.
Ves como la amistad
que tienes con tu amigo se fortalece.
Vas viendo como hay
muchas personas que dedican mucho más tiempo que tú en ayudar a otras y te das
cuenta de que en la vida hay muchas más cosas que trabajar, ganar dinero o
encerrarte egoístamente para ti mismo y que cuando te entregas a los demás
sientes una satisfacción que es difícil de explicar con palabras.
Te das cuenta como
una familia que un día perdió a su hijo, hermano, padre, marido, y a la
quien se le dedico este acto, sienten alegría y les vienen el recuerdo de cómo
era Leo. Esa tristeza que sintieron por su muerte, se convierte en orgullo de
ser su familiar, ves como gran parte de
esa familia quieren recordarlo emulando lo que a él tanto le apasionaba
(correr) contribuyendo a engordar su palmares a pesar de llevar 7 años
fallecido.
Miras a tu
alrededor y ves a los participantes del maratón, venidos desde diversos puntos
de España (San Sebastian, Burgos, Cordoba, Madrid) y otros venidos de pueblos
vecinos y todos ellos de manera desinteresada para colaborar por esta causa y
acompañar a su gran amigo común Joaquín, para que su iniciativa fuese un éxito.
Cuentas a los participantes
que quisieron acompañar a los del maratón y ves que sobrepasan todas las
previsiones más optimistas, te das cuenta de lo solidario que es el pueblo
donde vives enorgulleciéndote por ello.
Aunque ya lo sabía,
ves a toda la gente que se prestó voluntaria
para ayudar con la organización, a esos miembros compañeros en su día de la
junta directiva del club que no dudaron en sacrificar su tiempo libre en
ayudarnos.
A todos los
miembros de La Asociación Española de
Ayuda contra el Cáncer, que también jugó un papel importantísimo,
involucrándose desde el principio, a pesar
de que tienen muchos actos a lo largo del año, y no les peso otro más.
A nuestros
políticos orgullosos de ser los dirigentes de un pueblo que organiza cosas novedosas
y que además llenan una pista de atletismo como jamás se ha visto nunca y en lo que será un día, para el
recuerdo. Viendo como una instalación deportiva vale para mucho más que hacer
deporte.
Por lo que he
vivido y experimentado dar las gracias a todos,
pero muy en especial a tres personas, a mi mujer Manoli Elipe por
soportarme, a Idoia Esnaola por sembrar la semilla de esta iniciativa y a sobre
todo a Joaquín Lozano por cultivar esta semilla y llevarla a dar este fruto tan
generoso y tan inolvidable.
Solamente añadir que: VERDADERAMENTE MERECIO LA PENA
Grandee!!
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