En días pasados, mientras daba zancadas algo lentas pero
seguras, me vino a la mente esta entrada, que luego remodelé y ahora publico.
Fue una mañana, en la que mientras rodaba me iba fijando en
los rastrojos, algunos de ellos con conejillos correteando y alguna que otra
pollada de perdices, que hacen mi delirio, pues la caza es otra de mis
aficiones.
Y es que una temporada o la preparación a un maratón es
similar a la naturaleza misma, o en su caso al proceso de preparar, sembrar y
recoger un sembrado, por lo que intentaré describir esta gran metáfora que me
vino a la mente lo mejor posible, que seguro que algunos entendidos le ponen algún defecto, pero espero se lo
tomen con humor y con cierta reflexión.
La preparación para un sembrado comenzaría en la fase de
preparar el terreno, arándolo e incluso embasurándolo o abonándolo, al igual
que la preparación al maratón, la primera fase sería hacer rodajes y poniéndose
a tono para que el comienzo del plan de entrenamiento no nos pille en baja
forma.
La segunda fase, en este tema agrícola, sería la siembra en
sí, repartir el grano en la tierra para recogerlo multiplicado, esperando
alguna lluvia para que germine después, una fase de las más importantes, pues
en el asunto del maratón, esta segunda fase, sería también una de las fases más importante del
proceso, sería la pretemporada o inicio del plan de entrenamiento con éntrenos
dedicados especialmente a la fuerza para evitar posibles lesiones posteriores e
ir rodando a ritmos más flojos pero que en realidad son los que te dan el fondo.
Una tercera fase; rulear o allanar el terreno para compactar
el sembrado y evitar así que el proceso de segado no suponga ningún problema a
la cosechadora, también y una vez que va despuntando el sembrado, se abona e
incluso se sulfata de las posibles malas hierbas, mientras se espera que la
meteorogila sea favorable. La tercera fase en la preparación a un maratón yo la
pondría en las semanas de carga kilométrica, ejercicios de acondicionamiento
físico y técnica de carrera, cambios de ritmo que es el abono para las futuras
series y alguna visita al fisio para descargar y prevenir lesiones, lo que
sería el sulfato para las malas hierbas.
Otra fase de la siembra, esta ya más cómoda es regar el
sembrado, ya verde, y con sus surcos bien visibles, para que el terreno coja
humedad, la raíz fuerza y la planta sea más consistente. Al igual en versión
maratoniana, esta fase sería, aunque no tan cómoda, si más agradecida, pues
comenzaríamos con las series, eso sí sin descuidar la fuerza, pudiéndose hacer
en cuestas y dejar un poco ya la gimnasia.
Cuando llega la siguiente fase y ya esta la mayor parte del
camino recorrido, llegan los miedos, pues al igual que es importante que la espiga
grane adecuadamente, esperamos que la meteorología no nos juegue ninguna mala
pasada, pues las nubes y tormentas están a la orden del día en estas fechas,
por lo que si este fenómeno meteorológico no nos arruina la recolección, esperamos
que el color verde se transforme en amarillento y seque correctamente para que el
día D esté todo perfecto. Esto yo lo compararía cuando estamos ya casi con el
punto o pico de forma y la mayor parte del entreno esta realizado y ya empiezan
los miedos a las lesiones, cuando nos probamos en alguna media y
psicológicamente nos vemos fuertes, pero a la vez vulnerables por agentes
externos en formas de lesiones, por lo que empezamos a disminuir kilometraje
esperando que al igual que la siega el día D lleguemos en perfecto estado.
Y llega el día D, para el agricultor el día es importante,
pero de sobra sabe que si al final recoge el fruto o el grano es por el esfuerzo
que se ha realizado durante meses, solo queda que la cosechadora haga su
trabajo y el transporte sea efectivo, y luego el peso especifico, la humedad
del grano o el precio sean adecuados aunque este cerca de la perfección siempre
esperaremos algo más. El atleta también cuando llega el día D, sabe que es el
más importante, pero que sin el trabajo de varios meses no estaría seguro de
sus posibilidades, aunque sí, en este caso recorrer los 42 y pico es algo más
duro que cosechar pues ahora esto de la siega esta mecanizada, esto lo
compararía yo, años atrás, cuando se segaba a mano con una hoz en el mes
caluroso de junio. Cuando el runners llega a meta aunque haya conseguido su
mejor marca y la satisfacción sea más que notable, siempre esperaría algo más.
Bueno y esto no acaba, pues la rastrojera queda lleno de
paja, la cual, se puede hacer alpacas o haces, y, se recogerá también un
ingreso extra, pues aunque menor, también el pastor o ganadero de turno nos
dará unos eurillos por este menester. El corredor popular también tiene su
rastrojo lleno de paja particular, en forma de supercompensación de la
preparación del maratón y unos 15 o 20 días más tarde puede competir en alguna
prueba de 10 kms, para intentar hacer una buena marca, que aunque no sea como
la satisfacción de cruzar la línea de meta de una maratón siempre es otro
aliciente más.
Al final queda el rastrojo, con sus conejillos y alguna que
otra pollada de perdices, esperando una nueva fase, si bien siembra de nuevo u
otro producto agrícola, al igual que el corredor tiene unos días de rastrojo
esperando la nueva fase, otra maratón u otro objetivo.
No se como me ha salido la definición de esta comparación o
metáfora, lo que es cierto es que es cuanto menos curiosa esta comparativa que
me surgió en mi cabeza cuando corría por el campo al lado de un rastrojo, que por cierto es la fase en la que
me encuentro.
Kino, difícil encontrar una comparación más original, bonita y precisa que la que has escrito. Enhorabuena por la entrada
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