En la habitación apenas se podía ver con nitidez, pues el
humo de los cigarrillos e incluso lo puros anteriormente consumidos impedían
una claridad en el ambiente, nada que decir del olor, era un ambiente seco e
insalubre, pero Ricardo y Juan seguían charlando, Juan comenzaba a tomarse su
tercer Gin Tonic y Riky le acompañaba con su tercera copa de ese Chivas
envejecido de 18 años, en una copa gigantesca llena de hielo, la cena había
sido copiosa y exquisita y la botella de vino, simplemente excelente, ambos
estaban disfrutando de la compañía mutua, la conversación amena y entretenida,
¿Qué más se podía pedir? .......
Sorprendentemente cinco años después Juan y Riky, en pleno
mes de noviembre recordaban esta gran cena, esos momentos vividos, pero no con
añoranza, sino orgullo de haber superado un reto que esa noche no imaginaron
que se lo iban a proponer.
La niebla azotaba sus caras, la noche era cerrada, pero la
conversación de ambos no solamente recordaba esa cena, que terminó en un
hospital, pues el cuerpo de Juan no pudo aguantar tantos excesos y este le dio
un aviso.
Parecía increíble que ambos estuviesen recorriendo la ciudad,
con sus ya casi gastadas zapatillas, sus mayas, cortavientos y gorro para
proteger su alopecia, el trote era cómodo, pues el domingo tendrían carrera,
donde tendrían la oportunidad de demostrar a esposas e hijos sus progresos y no
era momento de forzar, además no todos los días podían ir corriendo juntos
charlando de su afición y otros muchos temas interesantes.
12 kilogramos menos de peso hacían que Riky tuviese la cara
más afilada, ya estoy en 78kg, le dijo a su compañero, y Juan respondió
sonriendo que los 18 kilogramos que había perdido le hacían moverse como hacía
mucho tiempo no lo había hecho, casi desde su infancia, a pesar de no tener aún
un cuerpo ni siquiera de runners, pues sus cerca de 100kgs, no delataban su
afición, pero su corazón estaba muy agradecido, a pesar de las sobrecargas
musculares que “Manu el manitas”, le
descargaba cada mes, ejerciendo de un buen amigo fisioterapeuta, eran casi 5
años paseando y después corriendo, no quería más avisos de su anterior
maltratado físico.
Esta vez tampoco se podía ver con nitidez, y el ambiente
ahora era húmedo, pero la satisfacción de ambos era totalmente diferente a la
de hace cinco años, parecía algo imposible hace un lustro, disfrutar tanto
corriendo al lado de un amigo, estaban totalmente enganchados.
Apenas sin darse cuenta, los dos amigos, habían recorrido 10
kilómetros en poco más de 60 minutos, sin apenas sofoco, ya estaban cerca de
casa, manteniendo una conversación amena y entretenida, ¿Qué más se podía
pedir?. ……
Poco más se puede pedir, salvo que el tiempo transcuya lentamente y nuestro deterioro se prolongue hasta que estemos hastiados de tanto disfrutar.
ResponderEliminarSaludos, Emilio Diaz