Aunque mucho se ha escrito y he escrito, se escribirá y
escribiré sobre el tema, un maratón son 42.195 metros, donde el cuerpo y mente
se ponen a prueba y nada es matemático por lo que tener por objetivo disfrutar
desde el primer metro al último de la distancia es harto complicado y máxime
cuando no quieres alejarte mucho de tus ritmos.

El sábado tras un tranquilo viaje nos presentamos en Málaga
a recoger el dorsal, en el pabellón Martín Carpena, donde hicimos un recorrido
por su feria del corredor.
Allí también tuvimos la oportunidad de charlar y
fotografiarnos con el actual campeón de España de maratón, Pablo Villalobos,
ahora con objetivos de trail en mente.
Posteriormente una comida en grupo, con nuestros
acompañantes y compañeros de club, que sin duda fue amena, y después una visita
al puerto.
También visitamos el centro de Málaga y como no sus famosas
luces de la calle más turística, la calle Marqués de Larios.
Con las piernas algo cargadas de todo el día “pateando” la
cuidada y bonita ciudad andaluza nos fuimos a dormir pues algo el descanso era
ya necesario, preparando antes la equipación y todo lo necesario para la hora señalada.
Al tener el hotel cerca de la salida a las 8 quedamos para
dirigirnos a ella, no sin antes hablar con algunos compañeros de los varios que
fueron de los distintos clubes de la provincia.
Tras un breve calentamiento junto con Narciso y Mª José, nos
metimos en el cajón de las 3 horas, en la parte trasera, pues no quería que el
ritmo inicial del pelotón me arrastrase más rápido de lo previsto, por lo que
los primeros kilómetros fueron de tanteo, disfrutando como un enano, yendo muy
suelto y marcando ritmos alrededor de 4’15” el kilómetro, aunque lejos del
globo sub 3h.

Tras el kilómetro 14, un giro de 180 grados y a partir de
ahí todo el tiempo con el aire en contra, algo que yo ya había previsto,
cruzándose con los atletas que venían más retrasados pegados a la playa de la
malagueta y en busca de la media maratón, donde antes me encuentro con otro
puñado de amigos de Membrilla, Mercedes, Ana y el resto de la familia que de
nuevo ayudan hacer más ameno el recorrido.
Las sensaciones eran buenas, y en todo momento iba
controlando el ritmo, esta maratón había que disfrutarla de inicio a final y en
ningún momento quería arriesgar, a pesar de lo que me dijeran las piernas, pues
iba muy suelto, y a partir del kilómetro 17 no paré de adelantar corredores, lo
que sin duda daba un punto más, aún si cabe, de moral.
La media maratón la pasé en 1:30:00, clavando el ritmo en
4:15” y con ganas de aumentar el ritmo, pero había que retenerse y quería
seguir disfrutando de cada zancada y del recorrido de Málaga.
En el 22 y poco de nuevo la familia animando, otro chute más
de adrenalina, pero había que ser comedido y tras darme Jorge una botella de
isotónica me dispuse a recorrer la larga recta con el viento en contra, pegado
al mar y sin parar de adelantar corredores, ritmo estable y muy cómodo y ya
rondándome la cabeza que estaría muy cerca de la 3 horas, incluso podría llegar
a bajar.
El paso por el Martín Carpena y la zona más alejada esta un
poco desolada de público, y aunque siempre gusta que te animen esta vez no
estaba preocupado por eso, ahora pensaba en bajar de las 3 horas o seguir
disfrutando, sabía que iba muy justo y con poco que aumentase el ritmo lo
podría conseguir, pero por otro lado era consciente de que si lo hacía sufriría
y ese no era el objetivo inicial.
El paso por el kilómetro 30 fue de 2h07’45”, y el ritmo
seguía a 4’15”, y el aire también seguía apretando de cara, a pesar de que a
partir de aquí empezamos a callejear por Málaga, dirección de nuevo al centro,
donde estaba la meta.
Los kilómetros pasaban y el ritmo no decaía ni aumentaba, en
gran parte por la lucha que tenía conmigo mismo, unas veces quería arriesgar y aumentar
el ritmo y otras seguir disfrutando de cada metro, mientras no paraba de
adelantar corredores que sin duda iban pagando el esfuerzo del fuerte viento y
seguro también de no haber interpretado bien esta circunstancia inicialmente y
haber abusado de ritmo.
Pasado el kilómetro 37, a pocos kilómetros del estadio de la
Rosaleda una cuesta y un momento en donde flaquearon las piernas fueron las dos
circunstancias que me hicieron perder algunos segundos en el ritmo y sin duda
las “culpables” de no bajar de esos 180 minutos que hasta ese momento eran
asequibles, pues las sensaciones eran buenas.
Ya en el centro de Málaga, con recorrido favorable y a falta
de 3 kilómetros todo venia rodado, recuperando de nuevo esa soltura de piernas
y el ritmo, incluso acelerando, el teatro romano, la alcazaba, la catedral, la
calle Marqués de Larios donde esperaban
de nuevo mi familia, la avenida de la Alameda Principal y el
ayuntamiento donde estaba la meta, todo lleno de gentío, disfrutando de lo
lindo, de cada metro, cada zancada llegando a meta eufórico, y a pesar de no
lograr bajar de las 3 horas, esta vez era lo de menos, el objetivo estaba más
que cumplido, disfrutar de un maratón, de inicio a fin, es difícil pero no
imposible, esta vez salió cara.
Al final 3 horas 25 segundos de tiempo real, al igual que el
mejor maratoniano del momento con su intento de bajar las 2 horas, yo me quedé
a medio segundo por kilómetro para volver a bajar de la barrera de los 180’,
pero esta vez eso no me importó, esta vez el objetivo estaba muy claro
disfrutar de la distancia, de un fin de semana en familia y comprobar que a
veces es necesario un homenaje de este tipo, pero no siempre sale, además
conseguí la posición 125 de la general y 14 de mi categoría, sin disputar un
maratón a tope, lo que denota la dureza del recorrido de hoy por las
condiciones climatológicas, el fuerte viento tuvo la culpa que muchos atletas
el día de ayer no pudiesen lograr sus objetivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario