Sí, ya soy mayor de edad, ya puedo ver pelís de dos rombos, jeje,
el domingo pasado 24 de abril, cumplí esa cantidad, pero no de años, pues tengo
algunas primaveras más, sino de maratones, las calles de la capital fueron
testigos de mi decimoctava maratón, un maratón que al igual que cualquier otra
ha sido diferente, ha sido otra historia, todos los maratones son diferentes
por muchos que finalices.
Siempre habrá gente que opine o le haya pasado lo contrario,
pero personalmente creo que cada maratón necesita un esfuerzo y una
preparación, siempre lo diré y el
domingo en Madrid fui testigo personal de esa afirmación que mantenía y por
supuesto sigo manteniendo y que por supuesto no soy el único en afirmarlo.
Viaje, recogida del dorsal, hotel, paseo y cena.
A eso de las 14:30 me puse en marcha, esta vez solamente
acompañado de Ángela, pues los chavales tenían una agenda repleta, de hecho por
eso atrasamos la salida hasta después de comer, y así dejar a Jorge y Virginia
con todo preparado.
Pronto llegaríamos a IFEMA, donde estaba situada esta vez la
feria del corredor y donde había que recoger el dorsal, un dorsal personalizado,
donde bajo el número llevaba la inscripción esta vez, no de mi nombre, sino el
de mi campeón y princesita, y se podía leer JORGEVIRGINA, posteriormente una vuelta rápida por los distintos stands y de nuevo coger el auto para ir al hotel.
Una vez situados, decidimos aprovechar la tarde y
favorecidos de la situación de nuestro hotel, recorrimos paseando las calles céntricas
de la capital, Neptuno, Cibeles, el exterior de congreso, Puerta de Alcalá,
Plaza del Sol, Plaza Mayor…, en fin, un paseo entretenido pues aunque son
monumentos que ya teníamos vistos, gusta pasear tranquilamente viendo estos
monumentos y edificios.
Tras cenar en un restaurante cercano a la Plaza Mayor, la
típica carga de carbohidratos, como no podía ser de otra manera, a pesar de
tener dicho restaurante unos platos más apetecibles unos macarrones, pero es lo
que exige el guion, y poco después de las 11 ya estábamos metidos en la cama.
Desayuno y pre-maratón
A las 6 suena el despertador, esta vez estaba dormido como
un lirón, una duchita y a desayunar lo de costumbre, nada de inventos. A las 7:30
ya estábamos en una cafetería cercana a la estación de Atocha, donde se
mezclaban corredores con vividores de la noche, y poco después dirección al ropero, situado en
la llegada a más de 1 km de la salida y la verdad que a pesar del espacio era
un auténtico caos, creo que falta de organización pues dejar la bolsa cuando
aún faltaba casi una hora para la salida era una odisea, más que nada por la
acumulación de gente cambiándose y todo muy junto, sin duda es algo que debe de
mejorar la organización, máxime cuando dicho ropero está a tanta distancia de
la salida y hay suficiente espacio para organizarlo mejor.
Una vez dejada la mochila, nos disponemos a cruzar el parque
del Retiro para llegar a la salida, justo enfrente de la fuente de la diosa
Cibeles, tras una pequeña charla con Ángela y la foto de rigor nos despedimos
no sin antes recordar los sitios donde estará situada, sin duda para darme esa
dosis de energía que en todas las maratones me da y que por supuesto necesito.
Gracias Ángela.
Salida y primeros kilómetros
El dorsal me marcaba que debía estar en el cajón 1 y así lo
hice, allí me encontré con Ángel Gómez, un conocido de las carreras del
circuito, un moraleño que disputaba su segunda maratón, y comentando
coincidimos que el ritmo en un principio iba a ser más o menos el mismo, pues
como yo dije en la pre-crónica
este maratón quería disfrutarlo y no tenía en mente sufrir o llevar un ritmo
que me condujera a eso. Mientras tanto se dio la salida a la élite, algo que
tampoco entiendo, ¿tanto molestamos los populares?, en realidad nosotros quizás no podríamos estar
sin la élite, pero sin duda ellos tampoco sin nosotros, creo que eso ha sido
otro fallo de la organización.
Pistoletazo inicial y a correr, primeros kilómetros y ritmo
tranquilo, incluso más de lo normal pues el primer kilómetro sale en 4’45” y el
paso por el km 5 la media se sitúa en 4’30”, por lo que todo va según lo
previsto, a pesar que estos primeros kilómetros pican hacia arriba y las
sensaciones en la piernas no son muy halagüeñas.
Llegamos a Plaza de Castilla y vuelta de nuevo por el paseo
de la Castellana, esta vez, ya hacia abajo y con mejores sensaciones, charlando
junto con Ángel y bastante cómodos los kilómetros iban pasando sin enterarnos,
el paso por el 10 lo hicimos en 42’52”, aumentando el ritmo, pues a partir de
Plaza de Castilla el perfil era favorable pronto recuperamos la media, pues en
este paso ya estábamos en una media de 4’17”, quizás habíamos aumentado el
ritmo más de lo previsto.
Aunque íbamos recuperando terreno el globo de las 3 horas
aún iba lejos, y por supuesto no era nuestro objetivo, pero se me antojaba que
dicha liebre iba más rápido de lo normal, como así me comentaron al final, el
paso por el km 15 fue de 1:03:43, con una media de 4’15”, por lo que había que
regular, y muchas veces frenar, no era cuestión de agotar las fuerzas, había
que reservar, a pesar de las buenas sensaciones.
El paso por el centro fue de lo más espectacular, Callao,
Preciados, Puerta del Sol, calle Mayor, Plaza de Oriente…, sin duda lo mejor
del recorrido, y máxime cuando en Sol la familia de Ángel le estaba esperando,
Ángela por su parte estaba en la Plaza de Oriente, ya por el km 20, y donde
hicimos el paso en 1:25:03, siguiendo con la media de 4’15”, sin duda una buena
dosis de moral que nos hizo pasar la media maratón en 1:29:49, a 4’16”, quizás
algo más rápido de lo que yo tenía previsto, pero las buenas sensaciones que
llevaba me hacía pensar que podría llevar el ritmo sobradamente.
Una vez pasada la media maratón, las sensaciones seguían intactas
y este tramo hasta la entrada en la casa
de campo es de transición, aunque había que seguir regulando, pues suele pasar
que tras completar la mitad de la carrera e ir fresco las piernas piden marcha.
En el 25 el paso es de 1:46:14, con la media en 4’15”, poco después enfilamos y
pasamos a la casa de campo, no sin antes recibir los ánimos de nuevo de Ángela,
que allí me estaba esperando con una botella de isotónica y volviéndome a dar ánimos.
Llegando al km 27 empiezo a notar un bajón de golpe, no sé
el motivo, pero la buenas sensaciones que llevaba hasta ese momento habían
desaparecido y se habían cambiado por todo lo contrario, es el bache que suelo
pasar, unas veces antes y otras después, pero esta vez no quería sufrir y
decido reducir la marcha, animando a Ángel que siguiera a ritmo, pero este no
quiere dejarme, así los kilómetros en la casa de campo son más lentos,
esperando una recuperación que no llega.
El pasó por el km 30, el crono marca 2:08:34, ya a un ritmo
medio de 4’17” por lo que vuelvo a animar a Ángel que me abandone pues él iba
más fresco y sin duda yo era un lastre, a duras penas lo convenzo y poco
después de la subida de la salida en la casa de campo el tira hacia delante, yo
sin mentalidad sufridora en este maratón me quedo a un ritmo más lento, quería
disfrutar de Madrid y si ese era el objetivo principal tenía que reducir el
ritmo, pues las piernas se habían quedado bloqueadas y sin duda no iban como a
mí me hubiese gustado.
Conocedor del recorrido, y a sabiendas que ya todo era en
subida, intento regular lo máximo posible, tomo un gel, bebo agua y como un
trozo de plátano, me propongo para mis adentros que hay que tirar de casta, y
aunque no venía a esto, como he dicho al principio, cada maratón es una
historia, y la verdad que si no cuento las maratones que he salido tocado desde
inicio, esta era la primera vez que no puedo seguir un ritmo más o menos
uniforme y voy perdiendo velocidad con el paso de los kilómetros, aunque curiosamente
no paro de adelantar corredores, ya en el paso del km 35 el crono marca
2:31:22, y el ritmo ha decaído a 4´20”, pero las sensaciones iban a peor,
quizás el resfriado que arrastro o la medicación que he tomado está pasando
factura, pues sigo sin encontrar una explicación coherente mientras sigo dando
zancadas.
Llego a Atocha con mucha animación y adelanto a una chica
muy aclamada, paso por delante del hotel y aquí la cabeza…, veo a una paisana
que me da ánimos, la gente ánima de lo lindo y llego de nuevo a la salida, a la
Cibeles, pero esta vez con 38 kms y pico encima, no he venido a esto, me
repetía, quería disfrutar y estoy sufriendo, pero zancada a zancada sigo
adelantando corredores.
Queda poco y el km 40 lo cruzo en 2:56:06, a un ritmo medio es de 4’25”, sin duda el tiempo si al salir era lo de menos, ahora menos aún, quería finalizar, calle Goya, Menéndez Pelayo y por fin O’donnell, donde esta Ángela con unos paisanos esperándome, cámara en mano y dándome muchos ánimos, tan solo queda disfrutar del paseo de coches del Retiro.
Queda poco y el km 40 lo cruzo en 2:56:06, a un ritmo medio es de 4’25”, sin duda el tiempo si al salir era lo de menos, ahora menos aún, quería finalizar, calle Goya, Menéndez Pelayo y por fin O’donnell, donde esta Ángela con unos paisanos esperándome, cámara en mano y dándome muchos ánimos, tan solo queda disfrutar del paseo de coches del Retiro.
Espectacular, como siempre, los últimos metros aunque uno
vaya mal, lo da todo, y esta vez no iba a ser menos, iba a finalizar mi 6ª
maratón en 4 meses, mi 3ª en Madrid y mi 18ª en total, no me han regalado
ninguna, y esta que quería disfrutarla, he tenido que sufrirla también al
final, había que saborearla, de nuevo me acuerdo de mis hijos que no
solo llevaba impreso su nombre en el dorsal, sino en el corazón que los llevo
siempre, de Ángela y de todos los que me animan día a día a seguir con esto que
tanto me gusta, grandes ellos también, de un virgen que me protege, otra vez me
emociono, y es que si fuera fácil no sería tan emotiva, es el maratón, es la
prueba reina, cruzo la meta, 3:06:23, a 4’26” de ritmo medio, marca esperada,
pero no con estas sensaciones finales.
Allí en la misma línea está nuestro socio de honor y seguro que será el tercer maratoniano que nos represente en Rio, Jesús España, me da la enhorabuena y me comenta que estaba esperando a su cuñado, comentamos un poco la prueba, le deseo lo mejor para las olimpiadas y yo sigo mi camino, me cuelgan la medalla, una más, son 18 las mismas que mi compañero, amigo y gran persona, un icono para mí, Joaquín Velasco “Matu”, aunque seguro que las 18 suyas tienen más valor, por los años que transcurrían por aquél entonces, seguro, pero para mí es un honor haber completado las mismas que él.
Allí en la misma línea está nuestro socio de honor y seguro que será el tercer maratoniano que nos represente en Rio, Jesús España, me da la enhorabuena y me comenta que estaba esperando a su cuñado, comentamos un poco la prueba, le deseo lo mejor para las olimpiadas y yo sigo mi camino, me cuelgan la medalla, una más, son 18 las mismas que mi compañero, amigo y gran persona, un icono para mí, Joaquín Velasco “Matu”, aunque seguro que las 18 suyas tienen más valor, por los años que transcurrían por aquél entonces, seguro, pero para mí es un honor haber completado las mismas que él.
Ángela espera, salgo y le doy un abrazo, un beso, me vuelvo
a emocionar, aunque noto mucha debilidad, eso es que no he llegado bien, a pesar de que cuando escribo esta crónica muscularmente me encuentro fenomenal, eso sí el costipado está en pleno apogeo.
Conclusión
No sé habrá sido la
calor al final o la humedad, el dichoso resfriado y la medicación, lo apretado
del calendario en estos últimos meses, una corta preparación y no muy específica,
o simplemente que no he tenido mi día, pero todo eso se olvida y solo quedan
los mejores recuerdos, y sobretodo un cierto aire de revancha a la distancia, ahora
y tras un merecido descanso, volveré para al menos participar, aunque no esté totalmente recuperado el día 22 de mayo en la I
carrera solidaria a favor de la Fibrosis Quistica, de Membrilla, mi pueblo, que creo que la ocasión merece la pena, después a rodar durante estos meses de primavera y verano sin
objetivo inminente a la vista, dejando y esperando que mi alergia me deje
disfrutar de las zancadas y sin duda pronto decidiré el calendario maratoniano,
aunque no me cierro en banda y si surge algo apetecible…, y sino en otoño más y
espero que mejor.
Como bien dices cada Maratón tiene su historia y esta no termina hasta que no se cruza la meta y a veces ni eso, así que terminarlo aunque sea sufriendo entra dentro del guión, ¡Enhorabuena!, por tu mayoría maratoniana.
ResponderEliminarSaludos, Emilio Díaz.
Muchas gracias Emilio!!!
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